Por @jonreyesss
Hace unas semanas me junté a almorzar con Pablo y Ramón, una pareja #MuyFeliz que lleva doce años juntos (45 en años gay) y que están pensando seriamente en firmar la Unión Civil. “¿Les puedo hacer una pregunta?”, lancé. “Obvio, Jon, dale”, respondió Pablo. “Llevo 35 años tratando de descifrar las claves para poder estar con alguien y que la cosa resulte. ¿Cómo puede ser posible que ustedes lleven más de una década juntos?, ¿cuál es la receta?”, pregunté mientras asaltaba el plato de avellanas a la crema del Bar Nacional de calle Bandera, un clásico.
“¿Y tú crees que solamente tenemos sexo el uno con el otro?”, lanzó Pablo. “Jon, asume que la monogamia no existe”, complementó Ramón. Mientras me pedía el segundo pisco sour, mis amigos me detallaban el estricto sistema que implementaron más allá de sus sábanas. Podían meter a un tercero, un cuarto o un quinto en la habitación, pero jamás lo harían de forma separada. Esa misma semana me puse a investigar “acaloradamente” sobre el tema. Pareciera ser que el 2018 fue el año de los trimonios y que la tendencia se mantiene en 2019. Le pregunté directamente Osvaldo, un conocido de Instagram, cómo funcionaba su esquema de una de una relación de a tres. Me contó, básicamente, lo mismo que mis amigos. Con sus dos maridos tienen permitido prácticamente de todo, pero entre ellos, nunca alguno haciendo maldades por afuera. Al parecer la moda de incluir a un tercero en la relación (de forma permanente o solo para encuentros casuales) estaba funcionando para varias parejas.
“No siempre es así huevón. Mira cómo terminé yo. Estuve a un paso del lesbianismo por culpa de ese idiota”. La cara de Maripepa (me pidió que le pusiera así por la ex vedette de los 80, Maripepa Nieto) cuando le conté de qué trataría la columna de esta semana, se desfiguró por completo. Maripepa, una importante productora de moda del ondero jetset capitalino, no tuvo buena suerte con esto de incluir a alguien más en la relación. Mientras pedía otro gin-tonic en la barra del Sarita Colonia mi amiga rememoraba lo que fue el comienzo del fin de su matrimonio con Juan Carlos. ¿Qué pasó acá? Lo de siempre. Él quería revivir la relación y ella por estar #MuyEnamorada y evitar el fin de su relación se abrió a la idea de buscar a una tercera para cumplir la típica fantasía del hombre heterosexual. Buscaron a una mujer que cumpliera con el perfil de ambos. Se metieron a Tinder y empezaron a elegir. “Ahí está el problema de ustedes, los heterosexuales. Hacen todo mal. Tinder no es para eso. Tinder es para tener citas, no buscar con quién hacer un trio. El día que un hetero invente algo como Grindr, se hará rico”, le dije a mi amiga.
Después de varios encuentros con esta nueva mujer en sus vidas, fue Maripepa quien decidió ponerle punto final a la relación. A pesar de que, efectivamente, lograron revivir la llama de la pasión la cosa fue más allá. La mujer, lesbiana confesa desde el principio, se enamoró de mi amiga. Juan Carlos no soportó el hecho de verse disminuido y fue él quien se alejó. La historia podría haber terminado con mi amiga feliz con esta nueva experiencia lésbica en su vida, pero… “ponlo textual Jon”: “Me gusta demasiado el pico”. Maripepa, 38 años, ex lesbiana.
Otro que no tuvo suerte con esto de los trimonios fue Mariano. A él lo quiero mucho, es una buena persona y un gran amigo. Venezolano asentado en Chile hace una década y con un buen pasar en lo profesional, también decidió abrir las puertas de su casa a un tercero, junto a su pareja con quien llevaba diez años de relación. Al principio todo iba de maravilla, el sexo, la comunicación y las salidas. Todo iba tan bien que tenía que suceder lo inevitable. En la última Gala de la Fundación Iguales, me topé con Pedro, la pareja de mi amigo Mariano. “¿Cómo estás Pedrito?, le pregunté. Se veía nervioso y complicado para responder. “No muy bien. Hace unos días terminamos con Mariano”, me dijo de forma escueta. El motivo del quiebre estaba medio metro más atrás. El guapo hombre que se había integrado como el tercero había logrado ser el otro de la relación. A las semanas, Mariano figuraba dejando el departamento que había compartido por años junto a su novio. Todo pasa por algo. Hoy Mariano (como la mayoría de los treintones solteros) vive una segunda adolescencia. Viaja a cuanta fiesta gay ocurra en el continente. Brasil y Argentina son sus destinos favoritos. Se disfraza de acuerdo con el motivo de la fiesta y es el rey del after. Disfruta querido Mariano. La vida es ahora.
Este fin de semana viene “el argentino”. El che es uno de los dos trimonios que Jean Paul y Esteban tienen. El otro es un español que vino para la semana de Fiestas Patrias. Ahí, en la Fonda Gay que mis amigos organizaron en su departamento, conocimos “al español”. Como buenos maridos Jean Paul y Esteban lo sacaron a pasear, lo invitaron a la fonda para que probara los anticuchos y el terremoto. Después nos fuimos de fiesta con ellos. Los chicos toman con total naturalidad el hecho de tener amantes de distintas partes del mundo. Esa es otra opción: no meterse con nadie de acá. Al menos a esta pareja le ha funcionado. Habrá que ver cómo termina el fin de semana con “el argentino”. Por mi parte, nunca me ha tocado enfrentar el hecho de estar en una relación de a tres. Lo que no significa que no pueda disfrutar del sexo con más de uno. Por ahora, esta tendencia no me va. Igual el beso de a tres es rico. Bai.