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¡Hola, estrías!

En esta #MuyColumna, un tema que nos acompaña a muches, pero que estamos en el camino de aceptar cada vez más.

Por Vesta Lugg / @vestalugg

Estas fotos las realizamos con Javi Eyzaguirre y Raúl Flores, mi equipo de siempre y el que en toda ocasión me ha hecho sentir cómoda con mi “yo natural”. Queríamos unir el mundo de lo socialmente construido con lo que traigo a la mesa como Vesta. Me sentí liviana ese día como todos los otros que trabajo con ellos, pero no siempre tuve esas alas. Alas que nos quitan cuando nacemos.

Mi relación con mi cuerpo ha cambiado tanto. Me acuerdo que cuando era chica me comparaba con las niñas de Nickelodeon o Disney Channel y después de verlas en la TV, llegaba a mi pieza a mirarme al espejo y nunca quedaba conforme con lo que veía. Me sentía tan distinta a mis ídolas y ese distinto nunca fue bueno, me quedaba con una sensación de estar equivocándome en algo. La Vesta adolescente se sentía desconforme y sin darme cuenta, me dejaba influenciar por lo que un director y un canal de televisión decían que era “bonito”.

A los 10 años entré a trabajar en televisión. Fui siempre la más chica y veía cómo a mis compañeras las ponían a dieta o ellas se auto-imponían una talla a la que tenían que llegar para mantener su “valor” como figura pública. Siempre las encontré hermosas. Eran, literal, mis referentes y verlas criticarse los “tutos” o “guata” cuando nos cambiábamos antes de subirnos a los escenarios siempre me dio a entender que yo también tenía que “cuidarme” así. No, ellas no son las culpables de nada, esa no es la dirección en la que estoy yendo. Eran y son hermosas, pero aún no llegaban las generaciones que cambiaron tanto la forma de ver el cuerpo femenino.

Cuando partí desarrollándome, tipo 11, 12 años, me salieron estrías en las piernas y en el poto. Eran muchas y muy moradas. Mi mamá no tuvo cuando chica, entonces no supo bien qué hacer y me llevó a la dermatóloga. La respuesta de la doctora fue la que nos diría cualquiera: “es natural, eventualmente el morado va a evolucionar a color piel, pero nunca se van a ir. Es parte de cómo se estiró la piel.” Me acuerdo que no entendía. ¿Por qué mis compañeras no tenían y por qué no las podía corregir?, ¿por qué nunca las había visto en las niñas de Disney? Y pienso ahora, ¿por qué digo corregir si no tienen nada de malo, si son naturales? Hoy me respondo con claridad: porque Hannah Montana nunca me mostró ese proceso.

¡No, no es culpa de Miley! Pero tú, niñe que me lees, si hubieses visto a tu personaje preferido en tu serie favorita hablar más de la regla, o comprar tampones, o de las estrías que aparecieron cuando le crecieron las caderas… Cuando te hubiese pasado a ti, ¿te hubieses sentido menos alienade? Porque yo creo que sí. La responsabilidad de los que generan el material que nos entretiene o nos venden a diario es ALTA. Las directoras de las revistas que están diversificando a sus personajes en portada y los productores que escogen a la niña de 12 que nos vende leche en el comercial SÍ tienen un trabajo que va más allá de lo que hubiese sido hace 5 años atrás. Están reformulando una ecuación y escuchando lo que pide a gritos esta nueva generación: REALIDAD. Yo necesitaba sentir que no estaba sola y parte de nuestra misión como medio es transmitir eso a diario.

Estamos todos los días aprendiendo cómo hacerlo mejor mientras avanzamos. Como siempre, mis DM’s están abiertos a sugerencias.