Por @vestalugg/ 📸 x @mairoarde
Todos, y cuando digo “todos” me refiero a TODOS, tenemos problemas. Y todos podemos estar pasando por algo. Intento siempre recordar esto cuando me toca relacionarme con alguien. Hago el ejercicio de auto-recordarme decir “gracias” o aprenderme el nombre de la persona. Cosas como “creer que las intenciones del otro vienen de un buen lugar” me permite vivir en un espacio positivo. Creer en la bondad de la gente y cuestionarme las cosas que “asumo”. Todos estos son ejercicios diarios, son herramientas que no sólo me hacen una mejor hija, amiga o pareja, sino que también influyen positivamente en mi trabajo y en las ganas que tienen otros de trabajar conmigo.
Sí, es tan fácil como eso. Me va bien porque intento todos los días ser una mejor persona y la gente a mi alrededor buscar volver a trabajar conmigo y, por ende, tengo más trabajo.
No siempre he sido así. Pasé por una etapa donde asociaba el conflicto a ser una persona que se hacia respetar y que, por ende, era más profesional y estaba más valorizada. Me pegué varias caídas, hasta que caí en las manos de Natalia, que hoy es mi manager personal y mano derecha. A parte de ser una genia laboralmente hablando, me ayudó a reconectarme con la naturaleza de las relaciones humanas: las personas recuerdan como las haces sentir. Ten un impacto positivo en la gente.
Chuck, mi gurú (y mi papá) me enseñó la relevancia de “la forma” en que uno abarca la situación. Por ejemplo, en una discusión donde el objetivo es solucionar un problema, que la forma en que plantees tus puntos no quite o distraiga al objetivo, que al final de cuentas es: solucionar. A veces se nos olvida en medio de un argumento que, ok, sí, quizá estamos enojados, pero el objetivo no es ganarle al otro o hacerlo sentir mal, es llegar a un consenso y avanzar. Por lo mismo, tienes que ser capaz de reconocer cuando tu contraparte TIENE RAZÓN. Otra tremenda enseñanza de Don Chuck: Tu ego no es tu amigo.
Detrás de todos los trabajos hay un ser humano, una persona que quiere sentirse valorada, querida y respetada. Sé una persona agradable, una persona capaz de reconocer cuando el otro tiene razón y di gracias. Di gracias al que te abrió la puerta para ayudarte a pasar, al que te sirvió el café en el local de siempre, a tu mamá sin ningún motivo evidente, a tu amiga por acompañarte a carretear cuando claramente se quería quedar durmiendo, a tu pareja cuando te sorprende con algún detalle (aunque lleven años y años, nunca dejes de agradecer los gestos), a tu compañero de trabajo por ser un jugado y trabajar un fin de semana para ayudarte con algo. Crea un eco-sistema saludable y positivo. Eso SÍ está en tu control. Les juro que agradecer y ver las cosas pequeñas y las grandes me cambió la vida… Espero que a ustedes también.
