Lo curioso de sentarse a conversar con ella, es que en la primera respuesta nos dice “todo en mi vida es con baile, porque cuando no estoy dando clases, estoy tomando clases, haciendo vestuarios o gestionando grupos de baile”. Básicamente, fue un “dime que te apasiona el baile, sin decir que te apasiona el baile”, ¿no?
Con 25 años, la estudiante de Educación Física nos entrega un adelanto #MuyPreciso para entender por qué su esencia se percibe así, por qué llama automáticamente nuestra atención: “rompo todas las reglas de la sociedad”, nos advirtió.
UNA HISTORIA DEL SUR
“Todos me dijeron que no podía hacerlo, que no lo iba a lograr. Fue heavy igual, porque soy de Concepción”, contó. Cuando vives en un país centralizado y no eres de la Región Metropolitana, sabes que lograr tu sueño podría costar un poco más.
Desde la Región del Biobío, una pequeña sobrecargada de energía encontró una manera de sentir, de sentirse, de mover su cuerpo y que al mismo tiempo su corazón latiera de manera especial.
MV: ¿Recuerdas en qué momento el baile comenzó a ser parte de tu vida?
“Desde el colegio, doy clases desde los 12 años, había un taller de baile entretenido y mi profe me dejaba sola, al final daba la clase yo y llegaban hasta mamás de mis compañeros (risas). Cuando supe que quería bailar empecé a tener problemas con mis papás, ellos tenían miedo. Nunca me dijeron ‘tú vas a ser bailarina’, se asustaron”.
MV: ¿Cuándo cambió la percepción de tu familia?
“Cuando tenía 19 años cambió por completo. Me fui del país y tomé clases en el extranjero, me independicé. Para el viaje me apoyaron, pero para ellos la idea era que bailara y estudiara tradicional al mismo tiempo, eso motivó más irme y me fui 3 meses a Estados Unidos, ahí vi que la realidad era diferente… Allá un bailarín vive bien, sin miedo de pagar arrienda, son súper valorados y eso me motivó más, sentí que sí se podía”.
En esos días donde recorría las calles de Los Ángeles, California, un profesor vio lo que nunca nadie antes había logrado ver con tanta claridad. La tomó y la llevó a bailar en Las Vegas, lo que ella describe como una de esas experiencias imborrables de su vida.
Nunca tienes que olvidarte de la ciudad que está en tu certificado de nacimiento, es tu origen, pero que eso no sea impedimento para que tus pasiones te lleven a lugares impensados. Vale abrió los brazos a lo que la hacía feliz… y voló.
LA AUTENTICIDAD DE SU ESTILO
MV: ¿Cómo definirías tu estilo?
“¡Soy #MuyExtraña! (risas). Soy una mezcla de todo, en la danza hay grupos y nunca encajé bien en ninguno, mezclaba todo y eso ahora es atractivo y se valora, pero en su momento no era bien visto, había mucha competencia y trataban de categorizar todo. Yo partí bailando Hip hop y Dancehall, que son dos estilos completamente diferente, pero me hicieron elegir y yo no pude. Tuve que aislarme porque no quería decidir solo por uno”.
MV: ¿De qué manera gestionaste la presión de ese momento?
“Mal, era más pequeña y sentí que pasaron a llevar mi identidad. No tenía por qué decidir entre dos cosas que me hacían bien, entonces preferí alejarme de los que me exigían eso y seguí en mi mundo feliz. Siento que todos tienen su mundo propio, pero les da vergüenza mostrarlo”.
MV: El pelo es súper característico en tu estética. ¿Qué importancia tiene en tu estilo?
“Suena extraño, pero me gusta ser muchas personas a la vez y mi pelo me da un personaje nuevo, me gusta ese cambio constante. Mis estados de ánimos y momentos de vida están relacionados a mi pelo, se nota mucho, cambio mi pelo y aparece una distinta Vale. Para mí el pelo es un accesorio que me da seguridad, me ayuda a verme más fuerte. Si algún día soy calva, me pondré brillo en la cabeza”.
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Si mañana debiese defender su último baile, el baile de su vida, tiene #MuyClaro que la estética de su arte incluiría “colores y brillos, lo más llamativo que se pueda, la música más ruidosa que exista, con muchos bajos, muy carnaval”, dice, y nos hace mucho sentido.
DE MOVIMIENTOS LIBRES Y A CONTRACORRIENTE
MV: ¿Qué pasa dentro de ti cuando te estás moviendo?
“Duplico mi energía, suena raro, pero no quedo cansada, tengo más energía que antes. Si pienso en algún día donde no haya bailado, pero no tengo, ni siquiera cuando he estado enferma, esa es mi fuente de energía. Bailo todo el día, comiendo, en el metro. Funciono bailando”.
MV: Si vemos tus movimientos en lo cotidiano, ¿qué nos dicen de ti?
“Que soy una mujer positiva y con fuerza, siempre son movimientos #MuyÁgiles y extraños, que busquen niveles más allá de lo que ya sabía, siempre todo grande, con energía y nunca algo flojo”.
MV: ¿Te sientes libre bailando?
“Sí, no hay reglas, no hay parámetros ni límites para la imaginación, es lo que uno quiera sentir el momento. Más que una hoja en blanco, es un lienzo gigante que no se acaba nunca”.
MV: ¿Cómo te llevas con lo que impone la sociedad para las mujeres?
“No me gustan las reglas que existen, pero no me importan… Mi mamá ya era una mujer empoderada, entonces no me afectaban, pero sí he notado la línea que ‘debería’ seguir, pero no la sigo, claramente”.
MV: ¿Has pensado qué poder te da el baile?
“Me da el poder de transformación, puedo ser quien yo quiera: un hombre, una mujer, animal, objeto o un estado de ánimo. La danza no te limita, es la gente, pero uno ve si los deja entrar o no”.
Quizá el poder que le hace falta a tu vida está en el baile, ¿te imaginai? O incluso sea tu pasaporte para conquistar nuevos horizontes con este arte. Hoy estás leyendo esto, pero puede que mañana estés bailando en Las Vegas.
Lo que ha vivido Vale para ser la mujer que es hoy nos motiva un montón, y no te lo contamos para que repitas sus pasos. Tu historia no tiene que ser igual a la de nadie, pero para que nos cuentes tu historia, primero debes atreverte a escribirla… O a bailarla 😏. ¡Dale!