Por Héctor Andrés / @hctor.andres
Año 1999 y Britney Jean Spears impactaba con su talento y determinación. Época “Hit me baby one more time“, el primer paso que la transformó en un ícono de toda una generación, la cual vio nacer una nueva etapa en la música pop y que, con el paso del tiempo, se convirtió en una cultura #MuyVigente.
Estadios llenos, múltiples premios y varios #1 en Billboard transformaron a Britney en una de las cantantes más populares de la industria musical. Un espiral de éxitos constantes que alimentaba cada vez más a la prensa rosa y entre ellos a los paparazzis, que acorde al documental “Framing Britney Spears” cobraban hasta 1 millón de dólares por una foto de la intérprete de “Toxic“.
Con un nivel de popularidad en las nubes, una joven Britney estuvo en la mirada y escrutinio conservador de las familias estadounidenses, quienes la culpaban por corromper a las más jóvenes, y sumemos a la ecuación la misoginia practicada por los medios y la victimización de su, entonces novio, Justin Timberlake, que según a los entrevistados del mismo proyecto, jugó todas sus cartas para victimizarse por la ruptura (sorry fans de JT, no lo digo yo, lo dice la ciencia. Bah, perdón, el documental).
El trabajo investigativo del equipo del New York Times dura alrededor de una hora 14 minutos, lo que basta para darnos cuenta de lo injusta que fue la sociedad contra una de las primeras cantantes adolescentes en explorar su sexualidad bajo el ojo público o que trataba de responder de la mejor forma a la pregunta “¿sigues siendo virgen?”.
Actualmente, Britney se encuentra en una excesiva y controladora tutela, popularmente conocida como conservatorship y que es dirigida por su padre Jamie Spears, que le otorga el derecho, entre muchas cosas, lo siguiente:
- Controlar las visitas.
- Elegir sus guardias.
- Tener acceso a los controles médicos.
- Poder pleno sobre su patrimonio: casa, tarjetas de crédito, cerrar tratos musicales, apariciones en televisión y lanzamientos de discos.
- Negarle aparatos de comunicación y medios de transporte.
Un #MuyUpdate bastante positivo, es que hace poco la jueza a cargo del caso rechazó la petición de Jamie para controlar al 100% las finanzas de Brit, manteniendo a Bessemer Trust (consultor financiero) como uno de los co-tutores del patrimonio de Spears.
Gracias al movimiento #FreeBritney, que surgió de la fanbase B-Army, es que el mundo puso su atención en la crueldad psicológica que atraviesa la cantante y lo que muches están llamando “una de las violaciones a los derechos humanos más impactantes del último año”.
Antes de terminar esta nota, me encantaría que recordaras ese momento estando en la disco o en tu casa, mientras lo dabas todo bailando alguna canción de Brit, ¿cuánta felicidad sentiste con sus beats y letras?
Esperamos que este año, un derecho tan básico como su libertad, sea concedida, para que así todes podamos celebrar diciendo: “IT’S BRITNEY B*TCH!“.
