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El movimiento sororo de las feministas de los 2000

El apañe entre las mujeres, en sus diferentes niveles, significa mucho más de lo creemos. Esta es una #MuyColumna que puedes leer sola, pero entre amigas resultará mucho mejor.

Por Josefa Meeder / @josefameeder

¿Saben qué es lo que más me gusta de las discoteques? Más allá de poder perrear hasta el suelo y cantar toda la parte rápida de Bad Bunny cuando ponen “Mayores” de Becky G, me llena de amor y cariño la comunidad femenina que se forma en los baños de mujeres. En el baño de una discoteque, una entra sudada, con el delineador corrido y con un leve olorcito a sobaco. Acto seguido, una logra salir con el pelo perfecto, maquillaje retocado, pasada a 3 perfumes distintos y con el autoestima por las nubes.

En ese pequeño mundo que se arma en el baño de mujeres en un antro en Bellavista, dejamos de competir, dejamos de criticarnos y nos miramos las unas a las otras y nos tomamos de las manos para querernos y decirnos lo estupenda que se ve esa mujer que nunca en tu vida habías visto antes. Son efímeras amistades que duran solo unos pocos minutos, pero que representan la verdadera esencia interna que hay en cada mujer: el inherente deseo de comunidad sorora.

El 2018, la Real Academia Española incluyó en la nueva versión de su diccionario la palabra “sororidad”, que se define así:

Del latin: soror, -ōris que significa: ‘hermana’.
f. Relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento.

La necesidad que tenemos las mujeres de apañarnos y querernos tiene más poder y visibilidad que nunca hoy. Las redes de sororidad avanzan a pasos agigantados en Chile, en Latinoamérica y en todo el mundo. La sororidad ha salido de la penumbra del baño de una discoteque para permear espacios públicos, donde las alianzas femeninas se observan en la vida real, virtual e incluso en grandes rubros artísticos como la música, la televisión y el cine.

En la última temporada de Sex Education, una de las personajes de la serie sufre un episodio de acoso sexual en una micro camino al colegio. Un hombre se masturba sobre sus jeans y eyacula sobre ellos. Una actividad tan simple como subirse a una micro se transforma en una gran odisea. Este acoso sexual, que a pesar de que no nos ha ocurrido a todas, es algo que genera un sentimiento que todas podemos reconocer, ese sentimiento de vulnerabilidad y peligro de ser mujer en un espacio público, un sentimiento de desamparo, de que nuestros cuerpos están al servicio de los demás y que debemos aceptar este destino calladitas.

Lo que ocurre en el desenlace de este conflicto en Sex Education, es el equivalente a la dinámica del baño del antro de Bellavista. Las mujeres del elenco, al ver a su amiga incapaz de subirse de nuevo a la micro tras el incidente, la acompañan y se suben con ella para ayudarla a superar el trauma. Es esta dinámica de ayuda comunitaria femenina la que hay que nutrir, practicar e incentivar a diario. La sororidad se puede practicar desde lo más pequeño hasta lo más grande, desde mi maquillaje, mi perfume y mi última mitad de chicle (este si que duele) hasta todo mi apoyo, apañe, cariño y sobre todo mi acompañamiento en situaciones traumáticas, como puede ser un episodio de acoso sexual.

En un mundo donde nos han criado para odiarnos, para compararnos, para culparnos, tacharnos de putas y santas y nada entremedio, es un hermoso acto de rebeldía entregar amor sororo que permite empoderarnos y querernos entre todas. No es necesario estar de acuerdo en todo, no es necesario que esa mujer comparta todas tus decisiones, no es necesario que esa mujer sea tu mejor amiga ni tu compañera de chelas, pero sí podemos ponernos de acuerdo para no hacernos las cosas más difíciles, no atacarnos, no destruirnos y no criticarnos sin razón. Así lograremos alcanzar los cambios sociales que necesitamos para vivir en un mundo más feminista y equitativo muchísimo más rápido.

Claramente el feminismo no pretende que todas nos amemos y vivamos en un mundo Bilz y Pap de mujeres que no tienen desacuerdos. Las diferencias entre nosotras también nos enriquecen y nos permiten observar las experiencias de otras y poder aprender de eso también. Lo que el feminismo pretende es que a través de nuestras experiencias, armemos un puente donde todas podemos ver por lo menos una efímera amistad en una mujer extraña. Desde un “hueona, te ves regia” en el baño de la discoteque, a una cabra buena onda que te avisa que tienes el calzón enrollado en la falda, o una mujer honesta que te dice que tienes el diente manchado de lipstick rojo. A veces también es un hombro en el que apoyarse cuando has sufrido acoso, una amiga que se asegura que llegaste bien a tu casa y a veces lo que más se necesita es una mujer que es te escuche y te diga #AmigaYoTeCreo.

En este mundo, donde todo está puesto cuesta arriba para las mujeres, encontremos las cosas que nos unen, encontremos una hermana en cada mujer y encontrémonos en todos lados, pero sobre todo en la calle, con ojos nuevos de sororidad y cariño feminista.