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Los 20: El primer remezón de adultez

Una columna en la que #MuyAriel nos hace reflexionar y reír sobre esta etapa de la vida. ¿Te falta poco o ya la pasaste? 😏

Por Ariel Rubio / @rubiolol3in_

Conforme vamos creciendo, vamos descubriendo las respuestas de lo que antes no nos hacía mucho sentido. Tantas veces nos cuestionamos, pero no estábamos listos para comprender que todo en la vida tiene su momento.

Todo el mundo habla de los cuarenta, hay series o películas para poder comprender por los conflictos que pasan la generación de nuestros padres, no obstante, es sumamente interesante darse cuenta que no hay un interés en plasmar la transición de los diecinueve a los veinte. Acá es donde comienza todo. Los conflictos internos, la adaptación de la vida que te tocará vivir sin vuelta y descanso. Es en esta etapa donde se tiene el primer encuentro con esa realidad que se veía tan lejana.

No sé si es porque seguimos creyendo que los niños no tienen nada que hacer con los adultos o porque realmente a los adultos les da miedo entender de fondo las problemáticas de sus hijos veinteañeros. Siempre llegamos a un punto donde en vez de notar interés en que nos descubran, seguimos escuchando una #MuyDesafortunada frase sin argumento que nos tacha de adolescentes complicados.

Prácticamente entre los diecinueve y veinte estás recién superando tus conflictos de adolescente, es por esto que más difícil aún es empezar a tomar otro ritmo de vida. Muchos salen de su zona de confort que fue la misma por años, comienzan las responsabilidades, el pasar de ser un desastre económico a tener que aprender de administración porque hay que obtener materiales o textos para la universidad, tener que comer relativamente bien y ser optimista para ver si en algún recorte te alcanza la preciada piscola de los viernes.

Respecto a esta etapa también pasa algo que en aspectos emocionales es bastante estremecedor y es que el tener que aprender a entender a tus viejos, es algo que sí o sí tendrás que vivir. ¿Cómo es que un adolescente indolente, caprichoso y con cero inteligencia emocional puede empatizar con quienes hace menos de un año eran nada más que su FBI personal? Ir perdiendo lo que en algún momento de su adolescencia era un privilegio como el cariño, la contención y por qué no también el financiamiento de utilería superficial que en tu vida de adulto ya no es una prioridad.

Dentro de este contexto, aprendiendo a entender que uno no vive solo en este planeta y tener que estar  constantemente adaptándose a los demás, viene otra cosa de la que nadie nos habla y que también llega de manera inesperada como lo es la comunicación intrapersonal. Los adultos saben lo que significa el momento de tener que cuestionarse todo, pero ¿Peter Pan tiene las herramientas para encontrar el foco de manera individual?

Una de las cosas que conlleva la comunicación intrapersonal es aprender asimilar la decepción, pero esa amarga, no como la del pololeo de quince que no resultó. Imagínate pasar toda tu época de colegio haciendo todo para ser el mejor, planearte una vida, proponer metas y cuatro o cinco años después verte hundido en la decepción y darte cuenta que todo esfuerzo, cada acción por lograrlo se reduce a un titulado más sin trabajo.

Puede pasar mucho tiempo para comprender de manera madura que el destino no lo está tomando a lo personal, sino que más bien muchos factores son los que influyen en cómo se va desarrollar tu lapso de vida profesional y que para lograrlo hay un camino de obstáculos que hay que superar, para luego aprender de ello. Pero ¡qué remezón te pegas cuando te das cuenta que era más fácil imaginarlo, que llevarlo a cabo!

Para transformarte en un cuarentón sólido, primero tienes que ser un veinteañero con alma de drama queen donde precisamente tu vida parece el guión de las típicas comedias americanas de adolescentes. Las cosas no resultan si te saltas partes del proceso, quizás por eso tenemos tantos cuarentones desenfocados y perdidos, debido a todos los años que nos hemos saltado el mundo de los veinte. Puede que por esto exista la necesidad del drama adulto, debido a que la balanza está incompleta.